Yo le pedía suavesito al mar, que le acariciara y le contara por mi aquello que guardábamos.
Lo lindo de ver bajar el sol entre aromas y caricias, entre pequeños brazos.
Yo le pedía suavesito al mar, que le diera mis ganas, que lo pintara de curiosidad, que le hiciera sentir una frescura dudosa e inmensa.
Y le pedía a la luna que le dibujara un camino junto a su sonrisa, para que deseara sentir su latir.
Y juntos por fin, entre dunas y rocas, suaves y gustosas, prendimos la luna. Para imaginar.
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