27 enero 2014

Momentito del eterno sentir.


Eran cuerdas y un artista.
Y oídos que allí estaban.

Eran cuerdas y un artista.
Ese el momento justo, y corazones que se iban llenando.

Era su juego inmenso provocando paz. 
Y era ese el lugar indicado.
Y esos los cuerpos.

Oídos, corazones, labios, piel. 

Eran cuerdas y un artista.

Era tan suyo que lo hacía nuestro. 
El sentir, el vivirlo, experimentar, fluir y dejarse llevar.
Alimentarse de detalles.  

Eran cuerdas y un artista. 
Y su juego. 

Caricias suaves, interminables ensambles.
Esa compañía justa.

Eran cuerdas y un artista provocando sin saber.

Armonía. 
Vida.

Eran cuerdas y un artista.

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