08 septiembre 2011

La muerte.

La muerte, esas palabras me causan rechazo; sólo por el simple hecho de que la mayoría de las personas la acción de morir lo toma como algo malo. 
Cientos de miles de cosas se dicen de ella. Tantas que se exageran, tantas que son como polos opuestos, tantas con coherencia y tantas otras sin ella. Pero ninguna me convence en que sea la real. ¿Será que hay alguna verdaderamente real? 
La sensación de rechazo luego de pensarla se transforma en intriga. Deja de ser erizante y pasa a cautivar mil ideas en mi mente. Por eso elegí este tema; porque hoy en día la muerte no me es algo concreto. 
Muchas preguntas haría sobre ella y se que respuestas no faltarían, buenas, malas, inconcretas... pero dudo de que alguna de esas respuestas me satisfaga. 
Quizás si me sumerjo dentro de ella por un rato encuentre algunas respuestas que llenen lo que otras no.

05 septiembre 2011

Vacío, ese vacío.

Ese vacío que sentimos en ciertas ocasiones, como si el alma haya huido del cuerpo con miedo a ser identificada; porque se quiere borrar, se quiere olvidar.
Esa sensación de que los más íntimos sentimientos se disolvieron pasando a ser simplemente nada.
Esas dudas que rondan en la mente, esas ideas, esos recuerdos, esas imágenes, esos gustos y sonidos que se hacen nada.
Ese sentir simplemente nada.
¿Qué es exactamente eso? ¿Será que cobran vida y simplemente se van? ¿Será que es ahí cuando quedamos completamente solos, desorientados, confundidos?
Es raro pensar que quizás esto no tenga respuesta, pero es más raro pensar en ella.
Algo tan único y personal que aún asi a todos nos pasa. Nos hace pensar, recapacitar, y negociar con nosotros mismos. Reprocharnos cada acto por hacer o cada acto ya hecho. ¿Por qué un simple vacío nos causa tanto?
¿Será porque estamos acostumbrados a que todo el tiempo dentro nuestro haya un festival de sentimientos? Alegrías, tristezas, desilusiones o sorpresas… simples sentimientos, pero aún asi, siendo tan simples cuando nos faltan nos desorientan, nos dejan fuera del juego durante una ronda. Esa ronda que se hace interminable, que se siente como largas y largas horas de espera, pero que simplemente son minutos, segundos.
Derretir el único mínimo sentimiento que queda rebotando dentro, ese llamado nada, por el hecho de desear de corazón que todos los otros vuelvan, que la claridad se marque  presente y que yazga una brújula dentro de uno mismo, marcando como antes el camino de la vida. Vida en la cual teníamos titilante todos los recuerdos, todo lo que se sentía, todo lo que se quería, todo lo que se olvidaba. Y que de pronto, ya no están, todo eso pasó a ser nada.
¿Cómo algo tan grande, tan abarcador, tan fuerte, pasa a ser nada? ¿Es posible o simplemente sentimos que pasa a ser nada porque una realidad interna queda abarrotada de hechos que crea una segunda realidad, en la cual no hay nada, no hay sentimientos punzando, no hay recuerdos titilando, ni hay dudas rondando o pensamientos sofocando?
Que confuso es todo. Mil respuestas contradictorias pueden surgir ante esas preguntas, pero ninguna se define como la correcta.
Ese vacío que en cuestión de segundos nos cambia. Ese vacío que cada tanto nos sorprende no es más que una ayuda que se da a conocer. Surge en uno mismo, como señal de que tienes que recordar que vives en un mundo en el cual el tiempo es el fiel amigo que nunca te abandona. Que todo lo que sucede en él, va a quedar en él, y que dejarnos abarrotar por dentro y quedarse contemplando el interno revoltijo, no es más que una perdida de tiempo hasta la hora de la ayuda. Ayuda que nos hace crecer si sabemos aprovecharla, ayuda que es capaz sin palabras de darnos una cátedra sobre la vida, ayuda con la cual barres momentos y comienzas a vivir otros tantos sin necesidad de depender de los ya barridos. Ayuda a la cual se le llama vacío.
¿Puede ser esto así?